domingo, 17 de abril de 2011

Vida de Pablo



Por la mañana la marea llena las piscinas naturales. Por la tarde alguno aprovecha para poner su toalla en una generosa franja de tierra. Por la tarde uno puede dibujar la estructura de la piedra intercalada en la roca porque la piscina está vacía, es un charco. O puede admirar el espigón, altivo, a salvo de las olas, que desemboca en un cruce de gasóleo y plástico. Por la tarde, las piscinas se cubren de envoltorios y caramelos. 

[...]

yo no escribo sobre cosas, escribo para librarme de las cosas. 


Carlos Pardo, Vida de Pablo. 



jueves, 14 de abril de 2011

Cadencias

lilly-like, white as snow
O.W.

Sí, el fuego es lluvia; los cristales
se ponen perdidos de pequeños tamborileros.
Sí: la muerte sueña en bocales hetzianos,
presa de un Viejo Profesor que a veces es un héroe
o un cocodrilo. Si:
hay fuego en las arvejas de los clones.
Si: es nuestra desgracia que haya un sol
que salga TODAS las mañanas
aún cuando tenemos resaca y hay que ir a un entierro.
Pero, ¿a quién le importa?
Nada importa ya el espacio fúnebre por donde, en gusanos
cabalgábamos a caballo. Nada, la tierra aquélla que comimos juntos.


Ven a mi casa húmeda
donde ahora reposo, o dicen que reposo
mis amigos los sepultureros; 
lo que importa es la cueva a tu gusto
el sonido del mar en tus oídos           y el horror
de que sea tan lejos todavía
la muerte que he inventado para mí, y que ya no
te toque
el mismo viento antiguo, el viento de los muertos
cuando hacinan sortilegios y nubes.


Bien: creo que no parezco. Que invento reflejos,
amigos increíbles, porque, claro, no existen,
y hay sólo un mar repleto
como siempre
de máquinas rizadas              De escarolas


Eduardo Haro Ibars, En Rojo [1985]